Hay miradas que besan todos los rincones del alma...

Hay miradas que besan todos los rincones del alma...

miércoles, 26 de diciembre de 2012


Tumbada en la cama lucha contra su yo interior por no coger el teléfono y llamarle. Se pregunta si él pensó en ella una sola vez en todo el día. Suspira. Le gustaría decirle que tiene una botella de whisky y un montón de besos y abrazos solo para él, y que a él le sobraran los minutos y segundos para ir a aquella cama. Cierra los ojos un instante y los recuerdos inunden su mente dibujándose en su cara  una sonrisa.

No sabe cómo hará para guardarse las ganas, la próxima vez que le vea, de tirarse a sus brazos, de hundirse en su mirada, de recordar el sabor de sus labios, de recorrerle la espalda de arriba a abajo... Por eso pretendía hacer cada segundo a su lado eterno. Ahora solo puede enfadarse con el tiempo por no haberse quedado congelado en el instante en el que sus dos cuerpos permanecían entrelazados…

Así llevaba todo el día, torturándose pensando en él y tratando de ahogar sus penas en el fondo de la botella. Y entonces, entre todo ese amargo sabor, es cuando se dio cuenta de que se había enganchado a él, y que pocas botellas de whisky podrían desengancharla…

lunes, 10 de diciembre de 2012


Martes 21:00 h.

Llaman a la puerta.

-       ¿Quién es?

-       Soy yo, abre.

Mete la llave en la cerradura, gira el pomo con un movimiento brusco, cansado ya de esta tontería… Y ahí está, otra vez, mirándole a los ojos sin pestañear. “¿Pero que quiere? Todos los días lo mismo”

-       ¿Me invitas a pasar o qué?

“Nunca me va a dejar tranquilo.”

-       ¿Qué quieres esta vez?

-       Quiero lo de siempre.- contesta sin traspasar el umbral de la puerta.- Esta vez no me voy sin escucharte.

No quiere volver a lo mismo día tras día, sabe que tiene que remover toda la mierda para poder acabar con aquello, pero no, no tiene la fuerza ni las ganas de hacerlo.

-       Escúchame paso, déjame, vete, no vuelvas, no quiero tener que verte la cara día tras día y hacerme ver la vida que llevo.

-       Afróntalo.

-       Soy así, no puedo ni quiero cambiar. Estoy harto de que todo el mundo me diga que así no voy por buen camino, que no me muestro tal y como soy, que jamás voy a madurar, que nunca encontraré al amor de mi vida…

-       … sigue.

-       He hecho cosas buenas, otras no tan buenas y otras muy buenas, que solo me beneficiaban a mí. Pero prefiero arrepentirme de lo que he hecho que de lo que no he hecho, así que aunque me des esta oportunidad volvería a hacer lo mismo una y otra vez.

-       ¿Eso es todo?

-       Sí.- contesta mientras se agacha a recoger las llaves que se le han caído de la mano.

Cuando se incorpora ya ha desaparecido. El pasillo del rellano estaba vacío, a oscuras, en un silencio que amortiguaba los ladridos del perro del vecino. Mientras cierra la puerta piensa si se habrá ido para siempre, si por fin se ha creído todo aquello. En el sofá mira el hueco vacío que tiene a su lado...“quizá no esté orgulloso de todo lo que he hecho… quizá sí quiera cambiar mi vida.”

Miércoles 21:00 h.

Llaman a la puerta.

-       ¿Quién es?

-       Soy yo, abre.